¡Hola, mis leales lectores! Este mes ha sido especial para mà porque es el mes en lo cual yo nacà hace muchos años. Estoy reflexionando sobre lo que ha sucedido en mi vida desde mi decisión de tener mi vida totalmente dedicada a Dios. Desde que tomé esa decisión, mi viaje ha estado lleno de sorpresas increÃbles, desafÃos para el crecimiento personal y alegrÃa en el proceso.
Renunciar a tu vida, sueños, esperanzas, ambiciones futuras, arrepentimientos pasados, problemas presentes, y desilusiones no es fácil renunciar a ello. ¡La acción más aterradora es dárselo todo a Dios sin recuperarlo! ¡Dejar que Él tome el control de cada aspecto de tu vida es espantoso por decir lo menos! Sin embargo, el verdadero corazón de la adoración es la sumisión.
Leà esto en "La vida impulsada por el propósito" que quiero compartir con ustedes. Hay tres barreras que bloquean nuestra entrega total a Dios: el miedo, el orgullo y la confusión. ¿Podemos confiar en Dios? La Biblia dice: "El amor perfecto hecha afuera el temor". Él nos ama incondicionalmente, sin embargo, ¿realmente lo creemos?
El orgullo no quiere admitir que no podemos controlarlo todo. Somos defectuosos con las limitaciones. Tratamos de manejar todo lo que nos rodea sin darnos cuenta de que no somos Dios, ni lo seremos nunca. Cuando reconocemos que no podemos hacerlo solos de todo corazón, entonces Dios puede obrar en nosotros.
La confusión no te permite ver, oÃr ni entender el plan y el propósito que Dios tiene para ti. El caos y la confusión a veces van de la mano para hacer que tropieces y no des con todos tus deseos a Dios. ¡El autor de la confusión no es Dios nunca! Pide guÃanza y sabidurÃa en tu vida porque Él te dará claridad.
"Entregue todo su ser a él para ser usado con propósitos rectos". Romanos 6: 13b
¡Paz, Amor y AlegrÃa!
Sandra Ivette Miranda