Empezó su ministerio con hambre, aunque Él es el Pan de Vida.
Terminó su ministerio con sed, aunque Él es el Agua de Vida.
Estaba cansado, aunque Él es nuestro reposo.
Pagó tributo, aunque Él es el Rey.
Fue acusado de tener un demonio, aunque Él liberaba de los demonios.
Lloró, aunque Él nos seca las lágrimas.
Fue vendido por treinta piezas de plata, aunque Él redimió al mundo.
Fue traído como oveja al matadero, aunque Él es el Buen Pastor.
Murió, aunque por Su muerte destruyó el poder de la muerte.
Esta paradoja fue escrita en el siglo cuatro y nos demuestra que Jesús se despojó de todo para experimentar lo que cada uno de nosotros pasamos aquí en la tierra. Es por esa verdad, que Él es nuestro Mediador entre Dios y los hombres. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.” Hebreos 4:15
El es nuestro abogado que intercede por nosotros al Padre. Él hizo el mayor sacrificio en venir a la tierra como hombre, limitarse en un cuerpo corruptible, y pasar por la transición del tiempo. El voluntariamente vino para reconciliarnos con el Padre. Su único propósito es de ser intermediario entre lo divino y lo terrenal. ¿Por qué? ¡Porque nos amó y nos sigue amando incondicionalmente!
Juan 3:16 dice, “Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a si mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” 1 Tim. 2:5-6
¡Paz, Amor, y Alegría!
Sandra Ivette Miranda
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